Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un https://sidneyroqn358179.blogozz.com/37471011/qué-pasó-realmente-en-el-cabezazo-de-zidane